El restaurante ofrece una carta bien surtida con platos típicos y una carta de platos japoneses.
La calidad de los platos es genial, todo de 10. Los platos tienen una preparación y aspecto que requieren tiempo, pero vale la pena la espera.
El personal del restaurante está compuesto por un tío que iba de chulo y prepotente, un maleducado total. Sin embargo, también había una chica que parecía ser argentina y era muy simpática.
Los postres son nefastos. Aconsejo ir a otro lugar para disfrutar de postres, ya que el flan era asqueroso y el tiramisú parecía natilla.
La preparación de las verduras a la brasa era decepcionante, ya que llevaban más aceite que una freidora.